En el sueño mi amigo y yo nos encontrábamos en la discoteca que solíamos frecuentar los sábados por la noche. Como era habitual en él, trató allí de vender mis aptitudes a una chica que consideró digna de mí. Recuerdo sobre todo esto: con gesto confidente él se inclinó sobre su oído mientras ella escuchaba ajustándose el ojo del experto. Entre el estruendo de la música distinguí claramente la respuesta: No me gustan sus piernas.
8 comentarios:
Su sueño ha salido directamente de "Fire, walk with me", ¿recuerda aquella escena con L. Palmer en una discoteca en el que no se escuchan los diálogos...? Pues eso.
Un saludo ;)
¡¡Diosss!!
¡Eso ha sido psicoanálisis diferido!
Creía que mi pesadilla se alimentaba de fangos personales y resulta que en parte era vértigo estroboscópico y en parte tresillo de pana.
Eh, a veces una tiene que poner excusas para sacarse algún plomillo de encima; el alcohol y las hormonas desbocadas hacen a algunos individuos de un pesaete... y si una está de madrugón y fiestilla, pues tampoco se nos puede pedir que demos una excusa de libro de estilo; lo primero que se te ocurre y a cruzar los dedos para que cuele. Me apunto ésta, por si la necesitase.
Alégrome de haber contribuido en algo a su arsenal, que presumo espeluzante.
Si usa la frase de marras, tenga por seguro que la víctima sufrirá horribles visiones de sí mismo devorándose la dentadura en una suerte de implosión de caninos, sangre y saliva.
Es lo que tienen los cyborgs, piernas un poco acadabrantes...
Vale sí, un poco... Pero no se me ocurre qué podía objetarle esa chica a mi físico.
Las manos un poco largas y ligeras, ¿no le parece?
Eeeh, sip, un tanto cefalopódicas.
Pero sólo con nuestros amigos de cartón y celulosa, que trabajar con bibliotecarias curte mucho.
Publicar un comentario