sábado, octubre 18, 2008

Los reyes son los padres.... o cómo luché contra el sistema financiero durante mi tiempo libre y usted también puede hacerlo


Ahora que se ha rebasado ese punto en el que hundir el banco es el negocio más rentable ¿en serio alguien se creyó lo de Enric Duran?

Volvamos sobre los pasos del entusiasmo y obviemos por un momento la ganga y la parsimonia, después, si nos queda energía, echemos a la cuneta el artficio personalista. ¿Qué nos queda? La explicación remolona de un malabar entre empresas ficticias que supuestamente ha alcanzado el virtuosismo del fraude, un cuento que a la luz de cualquier experiencia aparece no ya inverosímil sino sorprendido mientras pule la definición de imposible y le da lustre.

Sí, inverosimil, aún en los detalles más específicos -coche revendido, crédito cubriendo crédito, etc- incluso en esas ilustraciones que pretendían reforzar el argumento con los elementos plausibles de una versión para legos, todo el asunto recuerda demasiado a la candidez del fumador que descubre las virtudes de la equinacea. Y ya que Enric no se ha resistido yo tampoco: convencer a un banco con tijeras, boli, escáner y goma arábiga... pues ejem... aeejemm, cof, cof, cof... Llegados a este punto sobreviene la carraspa.

Bien.

Diré algo y después lo negaré todo. Ahí va.

Sabemos que la creación de mitos ha sido clave para los sectores de activistas relevantes, esos que salen en el periódico y no forman parte del guetto o la psicopatía, y lo ha sido tanto que quizá sea lo único a lo que se han dedicado verdaderos esfuerzos durante el último ciclo de luchas. Un periodo de cinco años durante el cual se han consumido una cantidad de horas de asamblea y de gimp imposibles de calcular en el empeño, vano, de invocar ciertos intersticios en medio de un mainstream aplastante. Intentos repetidos de reconstrucción de un espacio común antagonista.

Hemos participado en ello durante años. Aplicando la lógica del publicista y de la guerrilla de la comunicación una y otra vez lo hemos probado casi todo y todo ha resultado en una derrota inédita en la historia de los movimientos radicales.

Después, se impuso el espacio plano. El ahogamiento político y la desaparición de los antiguos cómplices y su reciclaje en versiones todo a cien de subempresarios, medioexpertos o protofuncionarios (mi caso). Los más desafortunados de nosotros, los más ingenuos o puede que los menos dotados se reintegraron a sus papeles de precarios zarandeados por un viento que llega de todas partes.

Aún así, pese a todo esto, la vieja táctica hoy ya tradición parece querer perdurar por los mismos medios y la maniobra de Enric Durán no muestra sino aúlla su perseverancia en este método coloreándolo de santurrona jerga local-global; sólo un detalle: Robin Hood, el mito que hace pasar por ejemplo privilegiado cuando no es sino la cima del meme reconocible y corroborante. ¿Alguien se acuerda de aquella charla de los Wu Ming sobre el tema? Es lo mismo, no lo han dejado durante todo este tiempo. Volved sobre las fuentes.

...

Y empiezan a llegar voces de que pronto Robin empenderá una serie de contactos, la gira en directo vaya, y si esto se confirma entonces se debería llegar a cierto compromiso con el forajido: si hay reunión que se diga si se ha jugado la última carta al mito.

Porque todo apunta a esto [absténganse de seguir las mentes crédulas]: nuestro protagonista se ha entrampado con algún proyecto ambicioso en la línea comunicativa-militante y luego ha intentado repescarse a sí mismo por la mediática de una acción que no fue sino gestión de una deuda que no pudo cubrir.

La técnica Munchausen de izarse de la ciénaga tirándose de las trenzas pero con pirotecnia de personajismo antiglobalización. A juzgar por la eco que se ha extendido por los canales al uso, la mitopoética, llámenlo márketing los que no tengan remilgos, ha triunfado en su empeño.

[Aplausos]

[Aplausos sostenidos]

[Despedida youtubera y cierre]

Pero que no entre de nuevo en escena sin deletrear los apellidos de los Reyes Magos.

Y no se trata de retomar ahora el rito de la confesión donde lo dejó la autocrítica leninista, tomara ésta la forma de sinceridad autoexigida o de obsesión por el anticlímax.

Que lo diga porque si el asunto permanece en la magia de la chistera el mito campea y el disimulo de los conocedores lo hace todo intercambiable. Y para eso ya tenemos el secreto de toda la vida urdido por expertos y sólo nos queda maravillarnos, formar un círculo tomados de la mano y repetir: "vivimos rodeados de tinieblas y oscuridades, pero algo es algo, amén".

¡Venga ya!

Ahora caigan sobre mí y háganme pedazos