jueves, noviembre 30, 2006

Me pasa ahora...


Me pasa ahora que confundo la realidad con los sueños y los sueños con la realidad y lo que he leído. ¿Estaba ella realmente allí? ¿De verdad le dije aquello sobre un papel en blanco? En todo caso, no creo que se puedan mantener por mucho tiempo frases sin lápiz en la libreta de la memoria. Seguro que ya lo ha olvidado. Pero, si no estuvo allí ¿Cómo consiguió olvidarlo?

martes, noviembre 28, 2006

AUTOGEDÓN



"Los automóviles se apretaban en las calles suburbanas, colmaban los parques de los supermercados, trepaban a las pistas. En la Western Avenue dos accidentes menores habían interrumpido el tránsito, y los coches esperaban en filas en el túnel de entrada al aeropuerto.

(...) contemplé por primera vez nerviosamente esa inmensa membrana de bruñida celulosa que se extendía desde el horizonte sur a las carreteras del norte. Tuve una vaga impresión de peligro extremo, como si estuviera a punto de producirse un accidente que implicaría a todos los vehículos. (...)

Estas premoniciones de desastre no me abandonaron en casa. Los primeros días los pasé en el balcón, observando el tránsito que corría por la autopista, decidido a descubrir las primeras señales de este Fin del Mundo desencadenado por el automóvil y del que mi accidente había sido sólo un ensayo privado.

Llamé a Catherine y le señalé una colisión menor en el acceso sur de la autopista. La camioneta de una lavandería acababa de embestir por detrás a un sedán donde viajaban invitados a una boda.

-Son ensayos, sin duda. Cuando todos hayamos aprendido nuestro papel, empezará la verdadera función (...) Casi esperas ver a Breughel y a Hieronymus Bosch recorriendo las pistas en autos alquilados."

CRASH. J. G. Ballard

vídeo visto en A Best Truth

lunes, noviembre 27, 2006

Fitter Happier More Productive


Hace tiempo que Autechre se ha convertido en algo más que una de mis opciones musicales. Escuchar su música en soledad es ya un estilo de vida fijado entorno a una adicción. Un enganche que me arrebata literalmente durante las horas de madrugada que ocupan mi jornada laboral en la oficina de correos, y que me ha ido transformado a lo largo del tiempo.

Años en los que he conseguido concentrar los efectos
de la música en una substancia sonora de base Autreche mucho más potente a la que llamo E.B.E (Emotional Body Enlightenment) obtenida a partir de la quema de toda mi colección WARP en un CD -con determinadas técnicas y el formato adecuado pude grabar más de 30 horas de música en un solo compacto. Gracias a esta alquimia cada noche consigo fluir sin turbulencias a través de una helicoide de más de 10 horas de Autreche en reproducción aleatoria continua, alcanzando en su cúspide el estado de compresión del tiempo mismo y clasificando en dos horas lo que antes no era capaz en ocho...

Sí, apenas siento el primer break la sonoridad impele en mí la necesidad de clasificación constante. Me motiva a trabajar deprisa -¡más deprisa!- me imprime una memoria inmediata afilada y con ella la seguridad muscular necesaria para lanzar las cartas dentro de sus casillas. Durante los primeros minutos siento aumentar la cadencia de mi ritmo de trabajo, ascendiendo por estribaciones estadísticas cada vez más pronunciadas, más veloces, más precisas, más… elegantes. Después el flujo se desdibuja en una circunferencia de arco perfecto y ya no siento nada.

Paso las horas de la oscuridad en el epicentro de un huracán de lanzamientos vectorialmente perfectos. Y me siento tan frustrado cuando en mitad de la noche no encuentro
nada en mis manos impacientes por el ritmo de Autreche, que no puedo evitar atacar cada vez más profunda y frecuentemente las sacas de mis compañeros clasificadores; cada vez más -¡más!- hasta que la agotada luz del sol me saca de mi trance y me devuelve a una soledad de casillas repletas...

Sé que Autreche me ha convertido en una persona mejor:
sana, altamente motivada, en muy buena forma física, mucho más dinámica mentalmente y de inquebrantable autoestima. Pero por alguna razón me encuentro muy solo.

Si alguien experimenta la misma clase de euforia inducida por Autreche, por favor, coméntenlo en este post, de verdad me gustaría conocer otras historias sobre cómo Autreche cambió sus vidas y las vidas de los que les rodean.


Resto a su disposición.


martes, noviembre 21, 2006

Der Untergang

o...un nuevo desplome sobre la cultura basura desde la montaña rusa de este blog

¿Cómo coño he llegado yo aquí?

-pausa reflexiva de íntima degradación-

y...

si queréis saber cómo seríais en Southpark...

sábado, noviembre 18, 2006

La tierra baldía


Ciudad Irreal,

bajo la parda niebla de una madrugada de invierno,
la multitud fluía sobre el Puente de Londres, tantos,
jamás pensé que la muerte hubiera deshecho a tantos.

Exhalaban suspiros breves, espaciados,

y cada uno iba con la mirada fija delante de los pies.
Fluían, colina arriba y hacia abajo por King William Street,
hasta donde Saint Mary Woolnoth daba las horas
con un sonido muerto en el golpe final de las nueve.

The Waste Land
. T. S. Eliot

viernes, noviembre 17, 2006

PRECARIEDAD

La división trabajo / paro ha sido sintetizada en la figura del precario; aquella férrea dicotomía de antaño le ha otorgado sus elementos más lesivos -sometimiento, servidumbre, alienación, tristeza, competitividad, inacción, soledad- pero sin incluir las contrapuestas potencialidades favorables a la vida –seguridad, tiempo libre, realización, identificación, resolución, proyecto. Con esta precisión de mínimos el paisaje de la metrópoli se satura de interrogantes. ¿Con el fin de la partición contemporánea de la vida, todo tiempo, incluso el de paro de la actividad remunerada, resulta tiempo de trabajo? Cierta reflexión sobre la economía política entregaría una respuesta afirmativa: con ella, el mero acto de encender una bombilla o de pasear por una calle generaría valor y, por tanto, acontecería como trabajo -que por cierto debería ser remunerado de alguna manera etc, etc...

Sin embargo, esta respuesta resulta poco útil para ensayar una comprensión de la experiencia que la precariedad entrega como erosión del propio vivir. La vivencia y la enseñanza más básicas en este medio caústico se reúnen en un enunciado suficientemente cercado como para negar la senda que se abría como reivindicación de la potencia productiva de una vida fuera del trabajo, ese enunciado reza: hoy trabajo, mañana no, hoy trabajo, mañana no… Así, más bien, todo el tiempo es tiempo de precariedad, de incertidumbre respecto a las condiciones de reproducción y proyección de la propia vida, y de certeza de la continuidad de esa incertidumbre. El miedo obraría, perfilando una explicación rápida, en el fondo de esa incertidumbre y el precariado sobrevendría como un efecto de miedo: un estallido, una diáspora, una huida de refugiados de guerra, una fuga desarmada desde el vacío hacia los centros de producción del vacío: miles de proyectos, miles de horas muertas, miles de trayectos, miles de humillaciones, miles de puertas. Pero miles individuales: milésimas.

La precariedad no sería, en rigor, de este modo y en este momento del análisis global que de ella se hace, una clase -un precariado a explorar- un tipo, un cierto grado de la composición técnica, pues del precariado, de aquellos a los que sólo les pertenece su incertidumbre, no encontramos denominadores comunes en el sentido estricto, y los intentos de exploración de su figura se dispersan en experiencias máximamente individualizadas y en clasificaciones fenomenológicas demasiado comprometidas con el fáctum de la sociología del trabajo. Precariado multiforme en su especificidad cotidiana, banal, sin predicados genéricos pero, quizás, dañado por una afectividad común inventariable en sus desafectos recurrentes: aislamiento, desarraigo, desapego, regresión, hostilidad; en sus mejores momentos, repliegues del yo sin posibilidad de pliegue real, pues todo cuidado de sí constituye para el precario un modo de inversión para el compromiso con un futuro incierto.

Pero esta exploración de la afectividad precaria tampoco resulta conclusiva, el esquema subjetivo que plantea la existencia de algo llamado precariado no concede respuestas para el esbozo consistente. La precariedad parecería ser más un estado de las cosas (aunque este nominativo apenas quiera decir nada por ello es, posiblemente, el que mejor se ajusta a la realidad del fenómeno) una disposición, un esquema que funciona en múltiples niveles y que no puede deslindarse en lo objetivo de la coyuntura o lo subjetivo de una situación. ¿Momento intersubjetivo entonces? De un modo más preciso sería pertinente hablar de un estado interobjetivo; en rigor una relación de cosas, pues el estado de muerte que padecen los cuerpos así parece exigirlo.

Desmintiendo ciertos equívocos, la precariedad no constituiría únicamente una depresión general catastróficamente sostenible de la calidad del proceso trabajo -aunque en ella se manifieste en su potencia más elevada- y, por consiguiente, del nivel adquisitivo, sino el advenimiento de una esfera de sentido basada en una lógica del miedo que posibilitaría ciertas formas de vida en un medio fundamentalmente incierto, acometible en el sentido de su adecuación a las necesidades pero inamovible en las condiciones que su conjunto impone: una naturaleza depredadora advenida al nivel del pavimento de la calle.

Si bien es cierto que esta condición parece expresarse de formas diferentes según los países en los que se radica, y a este respecto cabría citar como tendencias destacadas tanto la revalorización de la idea de trabajo que se pretende instalar desde las administraciones francesa y alemana como el darwinismo al que se ven obscenamente abandonados los jóvenes en las naciones del sur de Europa, todos los territorios parecen compartir cierto medio ambiente común exteriorizado en un grito de desesperanza que retorna a las paredes después de dos décadas de ausencia del imaginario: perder la vida sin ganar nada a cambio. Semejante malestar se traduce a nivel universal en un silencio privativo: nadie habla ya del futuro. Los individuos se afanan continuamente en industrias, sueños, angustias y jugarretas que remiten hasta el cero absoluto en el nivel comunicativo: de ellos sólo se obtienen los indicios reveladores de un rostro agotado en la carrera de buscarse la vida, una vida sin futuro.

Por ello resulta sorprendente que una de las formas más características y generales de la precariedad encuentre en el mecanismo hipotecario el canon de su funcionamiento. Únicamente como referencia culta: negación de Lotz y de casi todo Benjamin, así la general falta de envidia del presente para con el futuro quedaría anulada. Todo instante sería vivido como inversión proyectiva para un futuro improbable o como derroche culpable -resta involuntaria o perversa- de las magras posibilidades de seguir habitando sobre este mundo en un futuro inmediato. Miedo ligado a la probabilidad, el juego de la bolsa al nivel del pequeño ahorrador concretaría el canon, ya que la inversión continuada no acumula probabilidades de ganancia definitiva sino que, únicamente, proporciona nuevos accesos parcelados a la apuesta, ínfima para el universal pero fatal para su protagonista: la jugada pondría así en funcionamiento la ruleta amañada de un destino construido desde la envidia del futuro.

Si lo hubieramos sabido antes ¿hubieramos actuado de otra manera?

AMERICAN HARDCORE II

(Jimmy Gestapo [sic.] foto de Fred Berger)
a (yo): ¿y este otro crédito?
b(yo otra vez): ¡yo qué coño sé!

Mi compañero de butaca, oh de acuerdo, está bien: el legítimo ocupante de la butaca más próxima a la mía por la derecha, o lo que es lo mismo, la siguiente butaca, o también la butaca 1 - la mía era la 3- (y por supuesto la expresión que buscas es la butaca contigua, pero si la utilizara no podría reflejar una serie de problemas terminológicos que resulta que son vitales para el rollo perentorio y/o urgente que, ya sabes, forman el esqueleto técnico, o en afrancesado, la estructura tonal acechada y hostigada sin descanso por todo este texto aspirante a la categoría despacho) -y debe quedar fijado como un punto cardinal del texto [aparte] ¿podéis sentir como en en esta declaración se abre y se distingue un indicio que debería orientar sobre todo, aunque no exclusivamente, al lector? [fin del aparte] que opto por el término compañero por no resignarme a recurrir a la mera vecindad como explicación más económica de esa, hasta el momento, supuesta proximidad accidental- decía que mi compañero (lo siento, se hacía imperativo retomar, y ahora caigo en que quizás he oscurecido la explicación apostando por este concepto [compañerismo] tan usado en estrategias sociales equívocas), no era meramente accidental o, tan siquiera, un simple amiguete, sino un muy buen amigo que además cuenta con un genuino pasado jarkor nuclear (guiño) barcelonés (GRB, Subterranean Kids, locales de ensayo en el Chino y conciertos en descampados de Kornellà) y que, de ningún modo, se trata de uno de esos neojarkoretas capucheros aturdidos por el cruce de consanguíneos, como -aseguro nuevamente de modo tajante- tampoco de uno de esos otros miles de jarcors (no, no hay "k" para estos señores) no especificados que, a pesar de todo, pueden alojarse por la fuerza en la categoría de abocados al ruido por sus pares (PARES) y que en su tiempo libre, ahora absolutamente tematizado por la distribución "esposa-niños-piso-emule", utilizan su camiseta de los Minor Threat como improvisado guardapolvo para alzar pulcras estructuras suecas basadas en la madera de cedro recolectada en bosques bien gestionados -->y me disculparéis el cambio de justificación, pero parece que son limitaciones del cálculo de caracteres que desarrolla el editor de blogger; en todo caso no hacer caso de esta anotación, lo he puesto en cursiva y andando<-- no, mi amigo no incurre en estos casos de jarkorismo, y aún así, y retomo, mi querido amigo -en esta ocasión, y como he explicado más arriba, mi compañero no accidental de butaca inmediatamente contigua (ooops!) a mi derecha- no aportaba muchas pistas acerca del momento en que resultaba aconsejable, o cuanto menos, apropiado según los protocolos, la etiqueta, o el código cívico de los jarcors nucleares, -o como quiera que establezcan y garanticen en esta subcultura concreta eso que en las películas que deben una parte sustancial de su presupuesto a efímeras sociedades italoamericanas llaman respeto- y por ello me era extremadamente complejo, pero extrañamente no-incómodo, establecer con consistencia cuando debía (yo) cabecear siguiendo el por así decirlo ritmo, o sonreir con feliz añoranza para mí mismo de esa forma en la que se demuestra de forma palmaria y se deja fuera del subconjunto"dudas intersubjetivas" que el visionado en cuestión es una experiencia que torna irrelevante el entorno, la multitud y hasta a tu fiel y querido compañero de butaca colindante (¡eh!) por más que liminarmente desees su aprovación en ese preciso, preciso momento, o reir francamente a carcajadas sin peligro de represalias, o de un modo que sólo se puede y se debe calificar como auténtico, asentir con respeto.

Una pieza del U2 del mesianismo jarkor, Minor Threat, o para los que de niños os dió por sobrestimar la Force de Frappe "Amenaza Menor"; traducción lo-fi (esto es un blog), que nos da la excusa perfecta para extender desproporcionadamente este vínculo (o link) y pie para diseñar hipótesis vagas sobre el origen de la expresión, que por cierto (¡allá vamos!) tiene toda la pinta de ser una de esas fórmulas lingüísticas sintetizadas en laboratorio para su uso categorial en entornos policiales o para-policiales y que, por fortuna, son pasto de torsiones especulares a manos de punks menores de edad aficcionados al guitarreo más que al pegamento, adolescentes de pelo rapado que podrían muy bien haber visto como en sus expedientes del instituto o informes no confidenciales de la asistencia social figuraba algún que otro sello clasificatorio de "amenaza menor" estampado por el Departamento de Policía de Los Angeles o la Oficina del sheriff del Condado de Orange.

(nuevo record batido)

martes, noviembre 14, 2006

Atractivo dudoso


-Hola línea 2, habla con el doctor Frasier Crane.

-Hola doctor Crane, soy Mark.


-Hola Mark, le escucho.

-Verá, bueno... trabajo en una tienda de 24 horas y he estado observando lo que graba de mí la cámara de vídeo y... y... Me he visto haciendo cosas que no puedo aprobar.

Frasier 3ª temporada. Crass Appeal (Atractivo dudoso)
Voz de Mark: Matthew Broderik
A (yo):¿Y este crédito? B (yo otra vez): Sé lo mismo que tú.

Me pasaría lo mismo

lunes, noviembre 13, 2006

AMERICAN HARDCORE I


No es que no me gustara o que no esté acostumbrado al griterío o al sonido "alto y confuso", porque sí que me gustó, y si fuera necesario podría demostrar con hechos de una potencia disuasoria definitiva que, aquí y ahora, estoy acostumbrado al griterío, acostumbrado en acto como suele decirse, e incluso añadiré que tengo pruebas documentales (y físicas en aspectos corporales poco desdeñables) que apoyan esta afirmación, pruebas, por ejemplo, de asistencia a conciertos de... dejémoslo correr. Pero desde este primer párrafo, por asi decirlo, introductorio, he de decir, y es imprescindible que lo haga si todo esto ha de alcanzar el tono de despacho urgente e irrevocable al que parece aspirar, que personalmente me fue difícil descodificar todo aquél metraje, y algo parecido supongo que les debió suceder a todos los que acudieron por primera vez a un directo de cualquiera de aquellos grupos nucleares de harcore punk rock -[aparte] si se quiere se puede pasar por alto el siguiente dato, pero es bastante curioso [fin del aparte]- (una nomenclatura que fue originalmente inventada en Canadá: su actual -de .vd, sí- gesto de desconcierto coincide casi perfectamente, excepto por minucias físicas genéticamente explicables, con el exhibido por los estadounidenses blancos entrevistados en el film) - y supongo que en este contexto queda claro que utilizo nuclear casi como una contraseña carcelaria viable en su sentido evidente, primario o familiar, que en este caso equivaldría a central, pero que de forma borrosa también funciona a otros niveles o, en culto, puede interpretarse como referencia irónica, apuntando con su guiño a la potencia de fisión sónica sólo mesurable en unidades de kilotón [1 kt = 4,184×1012 J = 4,184 TJ], o lo que es lo mismo, unidades de millar de toneladas de TNT [trinitrotolueno, ese hidrocarburo aromático cristalino de color amarillo pálido que se funde a 81 °C, y que... por favor, no me estiréis más de la lengua] sonoro, que se desencadenaba en cada pieza (entenderéis que no utilice la inadecuada canción o la igualmente improcedente tema) ejecutada por uno de esos grupos nucleares; ejecuciones más bien sumarias que en el lenguaje de las máquinas analógicas de amplificación se manifestaban como destellos luminosos y no precisamente tipo rojo alarma, sino en un sucio granate hemorrágico, modelo agonía-. Y me temo que es razonable suponer que todo ese excurso injustificado de ahí arriba podría indicar que, para mí, se trata un buen documental y que, por tanto, recomiendo ir a verlo si se dispone de oportunidad, motivo y medios. It came without warning. Bueno, pues sí. Y este sólo es el primer párrafo...

viernes, noviembre 10, 2006

¿Todavía hay fronteras?

¿Cuántas fronteras atraviesas a diario?

¿Qué tasas, visados y aranceles pagas?

¿A cuántas vigilancias te sometes?

¿No es la precariedad un movimiento permanente entre estados?

“-¿Todavía hay fronteras?

Más que nunca.

Cada calle tiene sus propios límites fronterizos. En mitad de las zonas verdes, aisladas, quedan franjas de tierra de nadie disfrazadas tras una esquina o una acequia. Quien se atreve a meterse allí cae en terribles trampas o le disparan con rayos láser; las truchas en el agua son verdaderos torpedos.


El dueño de una casa o incluso el propietario de un humilde piso pone su nombre en la puerta y analiza cada mañana el periódico como si fuera el amo del mundo.


El pueblo alemán se ha dividido en tantos pequeños estados como individuos, y esos pequeños estados son nómadas; cada uno lleva lo suyo a cuestas y reclama una tasa cuando otro desea entrar, como si fuera un mosquito dentro de su colmena o de su cantimplora. Y eso sólo es la frontera, pero para adentrarse en uno de esos pequeños estados es necesaria una contraseña. (…)”


El cielo sobre Berlín. Wim Wenders

viernes, noviembre 03, 2006

letras, papeles, letras, papeles, papeles

Navegar por internet, enlaces, webs, descargas, búsquedas, formatos. ¿No tenéis la sensación de pasaros muchas horas en una sala de espera ojeando un suplemento del phonehouse, u otro de esos catálogos con calibre como para reventar buzones? El cánon de diseño web exige horizontalidad, economía, claridad, y sus concreciones se suceden en contrastes previsibles, estructuras clonadas, infoestructuras monolíticas y, resumiendo, en todo el espectro de lo recolectado como supuestamente apto para la intuición pero que resulta el plato fácil servido a la costumbre.

>>Warning:
débil transición entre párrafos .

Es cierto que todavía se manifiesta la anomalía oxigenante. En las webs de algunos artistas y diseñadores, por ejemplo... aunque muchas de ellas sean en realidad
currículums encubiertos en forma de pirotecnia flash, verdaderos floreros de autobombo propietario. ¿Envidia? Por supuesto.

Tal vez, si eres un coleccionista nostálgico, encuentres la variedad entre las retro-web -que aún quedan y nos hacen sentir extrañamente viejos con sus gifs animados y sus tablas- fragmentos de historia que no se sabe bien como sobreviven en Pyongyang y en geocities y por ahí. Pero en general, parece que siempre estemos visitando inagotables archivadores de un ministerio con aspiraciones circenses: modo cuadro, todo pro-forma, todo ajustándose al flujo y ¡aleehop! ¡En línea, en bloque!

La cuestión es que (odios de bibliotecario: ¡malditos archiveros!) no me acostumbro a bucear entre tanto papeleo electrónico, o que ya estoy cansado de buscar, o de editar el css o... un
yo qué sé en el que se debería incluir un ¿tengo que hacer más deporte? Aunque también puede que (warning: intervención del r-e-a-l-i-s-m-o) la tecnología deba ser útil y, al fin y al cabo, el stándar web y los parámetros de usabilidad no sean más que una versión del aburrido sentido común que funciona desde la invención de los índices, las categorías y las páginas amarillas, pero esta vez aplicado al browsing y al grafismo electrónico. Y a lo peor es que puede que todavía no estamos preparados para ir más allá.

Y, sin embargo, ¿no es deseable otra internet? Un ciberespacio donde experimentar más allá del rol del burócrata, una metáfora que nos lanzara por encima del flujo de cuadros, de los formularios, de la necesidad y de la carne.
Luz atravesando un desierto de fluorescencias interconectadas...

"El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por miles de millones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños alos que se les enseña altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la mente, conglomerados y constelaciones de información. Como luces de una ciudad que se aleja" William Gibson. Neuromante pp. 69-70

La especie de constelación de arriba es una representación gráfica de este blog. Si tenéis un sitio web también podéis generar vuestra propia versión arbórica aquí.

Y no, internet todavía no es lo prometido.

Y después de este post me siento un poco jipi (por lo de las arborescencias y tal) y un poco el traidor de Matrix. Pero es que hoy ya no aguanto más ni la línea de comandos ni sus malas metáforas.

Quizás lo que verdaderamente desee es otra realidad.