No es que no me gustara o que no esté acostumbrado al griterío o al sonido "alto y confuso", porque sí que me gustó, y si fuera necesario podría demostrar con hechos de una potencia disuasoria definitiva que, aquí y ahora, estoy acostumbrado al griterío, acostumbrado en acto como suele decirse, e incluso añadiré que tengo pruebas documentales (y físicas en aspectos corporales poco desdeñables) que apoyan esta afirmación, pruebas, por ejemplo, de asistencia a conciertos de... dejémoslo correr. Pero desde este primer párrafo, por asi decirlo, introductorio, he de decir, y es imprescindible que lo haga si todo esto ha de alcanzar el tono de despacho urgente e irrevocable al que parece aspirar, que personalmente me fue difícil descodificar todo aquél metraje, y algo parecido supongo que les debió suceder a todos los que acudieron por primera vez a un directo de cualquiera de aquellos grupos nucleares de harcore punk rock -[aparte] si se quiere se puede pasar por alto el siguiente dato, pero es bastante curioso [fin del aparte]- (una nomenclatura que fue originalmente inventada en Canadá: su actual -de .vd, sí- gesto de desconcierto coincide casi perfectamente, excepto por minucias físicas genéticamente explicables, con el exhibido por los estadounidenses blancos entrevistados en el film) - y supongo que en este contexto queda claro que utilizo nuclear casi como una contraseña carcelaria viable en su sentido evidente, primario o familiar, que en este caso equivaldría a central, pero que de forma borrosa también funciona a otros niveles o, en culto, puede interpretarse como referencia irónica, apuntando con su guiño a la potencia de fisión sónica sólo mesurable en unidades de kilotón [1 kt = 4,184×1012 J = 4,184 TJ], o lo que es lo mismo, unidades de millar de toneladas de TNT [trinitrotolueno, ese hidrocarburo aromático cristalino de color amarillo pálido que se funde a 81 °C, y que... por favor, no me estiréis más de la lengua] sonoro, que se desencadenaba en cada pieza (entenderéis que no utilice la inadecuada canción o la igualmente improcedente tema) ejecutada por uno de esos grupos nucleares; ejecuciones más bien sumarias que en el lenguaje de las máquinas analógicas de amplificación se manifestaban como destellos luminosos y no precisamente tipo rojo alarma, sino en un sucio granate hemorrágico, modelo agonía-. Y me temo que es razonable suponer que todo ese excurso injustificado de ahí arriba podría indicar que, para mí, se trata un buen documental y que, por tanto, recomiendo ir a verlo si se dispone de oportunidad, motivo y medios. It came without warning. Bueno, pues sí. Y este sólo es el primer párrafo...
La primera pieza (ver arriba) del documental sobre el Hardcore Punk Rock americano, que se desencadenó en la sala abarrotada como un ruido extremadamente potente y/o POTENTE, esto es, ALTO y con una NITIDEZ digital que sus creadores (por cierto, punks afroamericanos) nunca sospecharon fuera posible en aquél, por entonces, Valle de Lágrimas de cintas analógicas de dolorosamente bajo rendimiento.
(Posiblemente el vínculo sin-pretensiones-vanguardistas más largo de todo blogger beta )
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