lunes, noviembre 13, 2006

AMERICAN HARDCORE I


No es que no me gustara o que no esté acostumbrado al griterío o al sonido "alto y confuso", porque sí que me gustó, y si fuera necesario podría demostrar con hechos de una potencia disuasoria definitiva que, aquí y ahora, estoy acostumbrado al griterío, acostumbrado en acto como suele decirse, e incluso añadiré que tengo pruebas documentales (y físicas en aspectos corporales poco desdeñables) que apoyan esta afirmación, pruebas, por ejemplo, de asistencia a conciertos de... dejémoslo correr. Pero desde este primer párrafo, por asi decirlo, introductorio, he de decir, y es imprescindible que lo haga si todo esto ha de alcanzar el tono de despacho urgente e irrevocable al que parece aspirar, que personalmente me fue difícil descodificar todo aquél metraje, y algo parecido supongo que les debió suceder a todos los que acudieron por primera vez a un directo de cualquiera de aquellos grupos nucleares de harcore punk rock -[aparte] si se quiere se puede pasar por alto el siguiente dato, pero es bastante curioso [fin del aparte]- (una nomenclatura que fue originalmente inventada en Canadá: su actual -de .vd, sí- gesto de desconcierto coincide casi perfectamente, excepto por minucias físicas genéticamente explicables, con el exhibido por los estadounidenses blancos entrevistados en el film) - y supongo que en este contexto queda claro que utilizo nuclear casi como una contraseña carcelaria viable en su sentido evidente, primario o familiar, que en este caso equivaldría a central, pero que de forma borrosa también funciona a otros niveles o, en culto, puede interpretarse como referencia irónica, apuntando con su guiño a la potencia de fisión sónica sólo mesurable en unidades de kilotón [1 kt = 4,184×1012 J = 4,184 TJ], o lo que es lo mismo, unidades de millar de toneladas de TNT [trinitrotolueno, ese hidrocarburo aromático cristalino de color amarillo pálido que se funde a 81 °C, y que... por favor, no me estiréis más de la lengua] sonoro, que se desencadenaba en cada pieza (entenderéis que no utilice la inadecuada canción o la igualmente improcedente tema) ejecutada por uno de esos grupos nucleares; ejecuciones más bien sumarias que en el lenguaje de las máquinas analógicas de amplificación se manifestaban como destellos luminosos y no precisamente tipo rojo alarma, sino en un sucio granate hemorrágico, modelo agonía-. Y me temo que es razonable suponer que todo ese excurso injustificado de ahí arriba podría indicar que, para mí, se trata un buen documental y que, por tanto, recomiendo ir a verlo si se dispone de oportunidad, motivo y medios. It came without warning. Bueno, pues sí. Y este sólo es el primer párrafo...

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