viernes, octubre 20, 2006

Destruyendo los ídolos de los jóvenes I


IDOLO 1) Al final de una vida dedicada a la destrucción de la Sociedad del Espectáculo, el estómago de Guy Debord no toleraba ya ni los vídeos de comuniones. Algunos hablan de enteritis crónica debida al alcoholismo, otros de depresión bipolar somatizada. Se equivocan. Debord padeció toda su vida una forma de epilepsia orgánica que lo hacía inmune al hechizo de los 24 fotogramas por segundo (se admiten apuestas sobre el órgano epiléptico) . Sí, así era, y por ese motivo hacía esas películas estáticas tan raras. Y otra vez sí, o afirmativo, o como lo digas habitualmente: sólo alguien con epilepsia orgánica puede captar el verdadero dinamismo de esos films. Y como ese no es tu caso, desmiente de una vez ese atajo de mentiras que le contaste a tu acompañante en la filmoteca.

IDOLO 2) Descubrí el fraude que representa Pascal Comelade la navidad pasada, al volver a oir a mi tío abuelo ejecutando complejos pasodobles con dos cucharillas. A veces parece imposible comprender por qué olvidamos ciertas cosas. Imposible y un poco triste. No sé, puede que algunos arquitectos modernos se relajen con ese chún-chín-chín-chín-chún cuartelero, pero en realidad nunca han asistido a una genuina timba de Noche Buena con mi tío abuelo. Sí, aunque suene increíble, hasta la botella de anís del mono resulta para estos androides algo "icónico". Y otra vez, o afirmativo, o como lo digas habitualmente: esa es también la razón de que compongan la textura de todos sus renders utilizando la cara de Darwin como trama básica. Citas, citas, citas. Pascal, Pascal, Pascal.

¿La foto?
Postales de la Barcelona pre-cívica
Jardín del Forat de la Vergonya (circa verano 2006)

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