jueves, julio 27, 2006

¡SSSSCHMITTT!, ¡SALUD!

Un excurso (estoy recargando baterías)

DIARIO PERSONAL: LO QUE YO ENTENDÍ DEL SEMINARIO SOBRE EL CONCEPTO DE LO POLÍTICO DE CARL SCHMITT

PARTE DE LA PRIMERA SESIÓN


PRELIMINAR

Se fija una metodología básica pero flexible, flexible. En cada sesión habrá dos partes, en la primera un relator resumirá el contenido a tratar y fijará unos límites de interpretación sobre el texto; a ver, más que unos límites una versión consensuada lo suficientemente amplia para dar cabida al debate pero estricta para no dar lugar a marcianadas. Se traza un plan de lecturas, y se determinan unas cinco sesiones para todo el libro. Se ponderan algunos textos para profundizar y extender el seminario: Teoría del Partisano (Schmitt) y El concepto de soberanía (Bataille) son las mejor puntuadas.

RELATOR

J. se encarga de la introducción a la figura de Carl Schmitt. Nos instruye sobre los años mozos del filósofo, cercanos al expresionismo de derechas; de la hipotética coincidencia física en algún lugar del continuo con Benjamin; de sus malestares respecto a la Répública de Weimar; de sus amistades con conservadores inteligentes como Heidegger y Jünger -de los que se impregna tanto de la convicción anti teológica como del carácter existencial y para la muerte del ser ahí- y también de sus amistades con algunos teóricos proto nazis hoy descatalogados.

Objeción de M. ¡Pero le vamos a dedicar cinco sesiones a este tío! ¡Si es un nazi!

Se argumenta. Bueno, esto, sí que lo era, pero muchos pensadores lúcidos han sido, esto, ejem, “conservadores”. Además, es útil saber qué piensa el enemigo político, y no se trata de adoptarlo como ideólogo sino de buscar en él herramientas o fuentes de comprensión de nuestro contexto, de lo que estamos viviendo los que hacemos política.

Pronto empiezan a dibujarse diferencias de perspectiva en esta fase, a saber: el seminario debería ser escrupuloso porque resulta arriesgado aproximarse a Schmitt con ligereza, y para ello se debe ensayar una aproximación a su figura desde la disciplina histórica y filosófica, pero el encuentro corre el riesgo de convertirse en una exposición de especialistas, una velada para los filósofos de la casa: corre el riesgo de convertirse en cultura. Por otro lado, el seminario, teniendo en cuenta cómo y dónde se lleva a cabo, debería centrarse en la búsqueda de herramientas para el pensamiento y la praxis política. Pera no empantanarse ya en el comienzo, la polémica queda inconclusa y se decide acudir al texto y ver qué pasa.

Toma el relevo A.

APARTADO I

El estado total del que habla Schmitt es el resultante de la experiencia de la gran guerra, es el estado de la movilización total del que habla Jünger. Es el estado de la biopolítica aplicada y extendida no sólo como instrumento demográfico sino ya biográfico. En torno a esto, discrepancias. La discusión tiene que ver con la terminología: ¿qué es biopolítica? En general se trata de afianzar una versión optimista de biopolítica que proviene del marxismo subjetivista o una versión centrada en el control productivo, en el biopoder, más en la línea Foucault. En este caso parece que la discusión se resuelve a favor del control, la movilización y la guerra, es decir: gana Foucault. Se deduce, además, que Schmitt fliparía en un contexto de control y totalización como el actual (risas).

Alentado por A., servidor aprovecha para liberar miscelánea: los nazis fueron los primeros que prohibieron fumar en establecimientos públicos”: Rauchverbot!

[Off seminario: Hitler a Göring (testimonio documentado): “si realmente cree que es una buena idea fumar ¿qué le parecería que un escultor lo inmortalizara con un puro entre los dientes?” ]

APARTADOS II y III

A2 lanza la pregunta (quizás no en estos mismos términos) que va a tensar el debate ¿Se puede utilizar como herramienta el pensamiento de Schmitt en los movimientos sociales?

Surgen opiniones y argumentos. Resumiendo. Predomina la posición que representa el eje U-J (creo): la continuidad lógica decisión-enemigo-guerra-muerte sólo compete al estado, es decir, es una forma de política que practica el estado exclusivamente porque sólo es asumible por él o por unidades políticas que aspiren a tomar el poder asumiendo la muerte como posibilidad real (ahora que caigo es una posición muy weberiana esta de U).

Se habla del primo del norte y tal. También del contexto alemán de la época. Espartaquistas, fusiles y barricadas salen a relucir como estampillas "¿Pero quién va tomar las armas hoy? “¿Estamos dispuestos? Porque yo, no”. "Yo tampoco". Lo cual, en conjunto, resulta un poco como un duelo de banjos. Antes de seguir esta deriva naïf nos reconducimos solitos al orden.

Se opina: la cadena enemigo-guerra-muerte es operativa para nosotros: estamos vivos contra el orden, y en definitiva la muerte es una posibilidad real. Claro, esa posibilidad siempre existe, seguimos viviendo todos en este mundo ¿no? Pero no queremos adoptar esa lógica de hormiguero que requiere jugar en la cadena de la política según Scmitt.

Pero entonces ¿nosotros estamos haciendo política? Pues no. Al menos eso parece si aplicamos la escala Schmitt a nuestro contexto sin un ápice de juego de cadera. El Islam, pero el Islam sin sucedáneos, el Islam café-café, parece ser hoy la única unidad política capaz de decidir en el caso decisivo quien es el enemigo y hacerle la guerra. Se concluye: el Islam es una religión política (de fondo, un incómodo rumor de botas y crujir de correajes).

Retomamos ¿Es cierto que este pensamiento (de Schmitt, digo) no como mera bravuconería impotente sino aplicado hasta el final, conduce al imaginario del 36 o a un militarismo de extrema izquierda condenado a ser pasto de pasamontañas antiterroristas?

(Muecas, silencios)

Surgen otras posibilidades. Estamos haciendo una lectura integrista de Schmitt, demasiado deudora de la historia y de la filosofía, pero aquí no estamos discutiendo su afección, o para quién o qué escribía; lo interesante es buscar en él y ver qué se encuentra, De nuevo, ¿podemos encontrar alguna herramienta para la política que nosotros hacemos?

De repente, una hipótesis ¿Se puede hablar de enemigo y guerra bajando el listón, es decir, disminuyendo la intensidad del enfrentamiento? Si disminuimos la intensidad, si mantenemos la decisión amigo-enemigo pero alejamos la posibilidad de la muerte, aceptándola como Schmitt, existencialmente, pero sin conferirle ese aliento total heideggeriano ¿Schmitt. sería operativo para entender nuestra política? Para esto tendríamos que hablar más sobre la figura del enemigo y el concepto de guerra. El enemigo por ejemplo, esta figura, ¿quién la define como tal, qué atributos se le confieren, dónde se lo sitúa? ¿Queremos estar ahí o queremos otra cosa? ¿Cuál es nuestra guerra?

Otra propuesta. Quizás estemos haciendo demasiado hincapié en la figura del enemigo. ¿No es la figura del amigo una posible apertura a la operatividad de Schmitt en nuestro contexto? Se descarta: la posición de Schmitt se basa en la dialéctica: únicamente lo negativo –en este caso el enemigo- da la medida de la cosa. Pero hay otras dialécticas, se reobjeta, la dialéctica tensada desde una lectura subjetivista del marxismo, no teleológica, radicalmente materialista: se esgrime el spinozismo negriano. Vale… pero desde Spinoza se trazan las paralelas, no las perpendiculares, mejor pensar en Maquiavelo ¿no? Es decir, la política de la que hablamos, la que hacemos no es una política de las alianzas, no al menos en su modo primero , sino de enfrentamiento, de enfrentamiento con el poder.

Pausa para fumar

(el blog NO continuará en este sentido)

Dos pankys de instituto con casiotones

¿Se vale actualizar un post como este? Bueno, yo lo hago:

Vídeoclips amateurs sobre la canción de las pankys aquí, y aquí y... va sí, y aquí

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jimi , ánimo con el jugo-jocoso resumen.

sublibrarian of the year dijo...

Querido usuario anónimo, gracias por tus ánimos.