jueves, agosto 10, 2006

Ruido de fondo


"Cruzando Middlebrook me salté un semáforo en rojo. Al salir a la autopista por el carril de incorporación no frené en el ceda el paso. Durante todo el recorrido hasta Iron City experimenté una sensación de ensimismamiento, liberación y falta de realidad. Aminoré la velocidad al llegar al peaje, pero no me molesté en echar los veinticinco centavos en el cajetín. Saltó una alarma, pero nadie salió en mi persecución. ¿Qué signiifcan veinticinco centavos más o menos para un estado que ya tiene deudas por valor de miles de millones? ¿Qué significan veinticinco centavos cuando estamos hablando de un automóvil robado que cuesta nueve mil dólares? Así debe ser como las personas escapan a la atracción de la tierra, al temblor gravitacional que nos aproxima constantemente a la muerte. Sencillamente, uno deja de obedecer. Roba en lugar de comprar y dispara en lugar de hablar. Me salté dos semáforos más en las lluviosas carreteras de aproximación a Iron City. Los edificios de los alrededores eran bajos y alargados. Mercados de pescado y artículos varios, terminales cárnicas provistas de viejas marquesinas de madera... Penetré en la ciudad y encendí la radio: no había necesitado compañía en la solitaria autopista, pero sí allí, en aquellas calles adoquinadas, bajo el vapor de sodio de las luces, donde la sensación de vacío se adhiere estrechamente a uno. Cada ciudad tiene sus propios distritos. Dejé atrás el distrito de los coches abandonados, el distrito de basuras sin recoger, el distrito de los francotiradores, el distrito de los sofás en llamas y los cristales rotos. Los trozos de vidrio crujían bajo los neumáticos. Me dirigí a la fundición.

Memoria RAM, Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, Destrucción Mutua Asegurada.

Me sentí aún extraordinariamente ligero, más ligero que el aire, incoloro, inodoro e invisible. Sin embargo, en torno a aquella ingravidez y soñolencia iba construyéndose algo distinto, una emoción de carácter diferente.Un impulso, una voluntad, una pasión agitada. Deslicé la mano en el blosillo y froté los nudillos contra el granuloso acero del cañón de la Zumwalt. El locutor de la radio dijo: Los premios no podrán quedar desiertos."

Mientras esperas que la ciudad se detenga...
¿Un libro sobre el miedo? Prueba con Ruido de fondo.

Un sonido para este post [el antiguo ha caído, así que linko otro; nada, nada, yo soy así ;) ]

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