Sosegado en el habitus pero desafiado por el sensorium ¡Qué bello! ¡Cómo me conoce usted! En ocasiones temo que ese saber siembre el desconcierto entre nosotros, pero entonces me digo "qué habría de explicarle a estas alturas"... y es que en su poder obran ya esas certezas, evidencias a las que llamaré "empíricas" a falta de término apropiado, que orbitan mis sueños como un molinillo de fuerza que lo succiona todo. Pero dice usted, y dice bien, que su método, su camino, consiste en trazar laberintos. ¿Qué es un laberinto sino una espiral duplicada? Mi geometría resulta precisamente de no hallar camino, por lo que mi extravío carece de método. En su lugar me sorprendo enfatizando paisajes que otros dibujaron por mí: puro embrollo. Quizás mi idiotez consista en eso... quizás no. ¡Ay! Perdí los mapas río arriba y mi brújula señala un segundo norte. Incluso tuve que desactivar la agenda que abultaba mi bolsillo con la ayuda de amigos artificieros. Fue una lástima, pues aunque apenas me permitía dar un paso, publicitaba mis atributos con un énfasis especial. Ahora sólo recolecto lacitos, minas de lápiz, pelusas, manchas de tinta... pronto se convertirán en el ecosistema de mis pantalones... pronto recibiré una invitación a tomar el té de manos de esa fauna inventada. ¿Me acompañará entonces a una velada en la que abundará fruta fantástica y zumo de todos los sabores? Construya un laberinto para su agenda, un lío de tiempo en el que no exista la duración o, si aún le tiene cierta querencia, contrátele una canguro (los elefantes ni me los mencione, animal absurdo, para mí no existen). No olvido lo pendiente: lo llevo tatuado.
8 comentarios:
Gracias por el beso...
Y mi método también consiste en trazar laberintos.
Gracias a usted por recibirlo, aunque provenga de un amigo de aire.
Si al entretejer un laberinto se le aparece David Bowie pregúntele, por favor, cómo se le ocurrió lo de Low.
Creo que Brian Eno tuvo algo que ver en ello...
¡Otra vez ese Sultán de los Demonios!
me gusta mucho esa recoleccion.
El laberinto nos lo hacemos por mirar nuestras huellas, que siempre serán rastros de errores y por caminos equivocados.
A esa recolección añadiría coleccionar paellas comidas de las que ya no queda ni un grano, coleccionar caminos que cambiaron de sentido en cuanto los tomaste. Coleccionar cosas-gente dejadas. Cualquier cosita sirve, lo inutil es el bolsillo.
he perdido una llave por culpa del bolsillo roto¡¡¡
amm
Decía Debord en los Comentarios... que la idiotez de este mundo tiene mucho que ver con el vaciado de historia(s) por los agujeros rotos de los lavabos. Y es que yo creo que a veces el lío nos lo hacemos de mirar más bien hacia arriba, hacia el cielo, como si allí estuviera la salvación, o el futuro... entonces es cuando el vuelo rasante de las palomas abandona sobre nuestras cabezas lo que nadie quiere...
Porque si como dice el poeta El presente es el estallido de la ola de los tiempos pasados, entonces... es que tal vez, en complicidad con un mundo de mierda, también nosotros abandonamos demasiado fácilmente un pasado que nos constituye deslumbrados por la ilusión de fetiches que después desaparecen como las moscas en los charcos... No sé, sí, claro que sí, el pasado está lleno de mierda y nosotros no nos equivocamos, pero, a la vez en el pasado esta el valor que llevamos con nosotros, ¿si no dé dónde lo sacaríamos?, además sí, también nosotros nos hemos equivocado. Si no nos equivocáramos seríamos Dios, pero Dios es hoy por hoy otro saco de mierda sin ningún interés... Sólo la shejiná como presencia divina sin Dios admitimos:en aquellas y aquellos que nos acompañaron en un pasdo en retorno. Presencia sin Dios porque si no, ¿cómo íbamos a encontrarla...?
A mí me gusta su recolección: ¡Lo inútil es el bolsillo!
Lo gritaría en la misa del gallo. Lo imprimiría en cada gesto de mi mano.
De los Comentarios me molan el análisis del secreto y el aviso a lectores futuros... Pero Debord era un atamán tiránico que hubiéramos aborrecido si lo hubiéramos conocido en su jugo. Expulsados de la IS la primera semana pero fijo.
Por mucho que me pese, me confundo con los tiempos: pasado, presente... son abstracciones que clausuran la política en mis operaciones mentales. ¿Más allá qué hay?
En un mar sin mareas alguien chapotea aferrado a un cofre, es todavía el tiempo en el que el naufragio no ha cerrado cuentas. El valor está ahí, ambos se balancean al ritmo del mar. Con cada nueva ola el tintineo del tesoro se hace más acuciante, parece que la salvación se burle llamando con insistencia a la puerta de la desgracia ¿puedo pasar? Pero el cofre repleto se hundirá hasta lo más bajo arratrándolo todo con él. Con cada nueva ola los doblones más pesados declinan y se acumulan. Al fondo se irán pronto con ese pequeño mesías que llama a todas esa pequeñas puertas clausuradas.
Sólo abriendo el cofre, el vacío penetrará y desnuda la esencia del cofre, caerá el lastre.
A la fuga por el agujero. Otro barco, más islas, la historia de piratas de nuevo.
Arriba hay oxígeno, abajo pulpos gigantes.
Diós no existe, está nadando en el Infierno.
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