jueves, agosto 30, 2007

Graffitis de pollas en una pared romana


La pornografía es uno de los modos privilegiados en los que toma materia lo sublime contemporáneo: una manifestación de lo sublime por lo ilimitado. No hay límite razonablemente alcanzable en el visualizado de cuerpos disponibles en modo pornográfico y, por tanto, no hay límite a las permutaciones posibles que entre ellos se puedan concertar.

Aunque la misma naturaleza del tiempo y el espacio y, aún, el añejo método de la poética occidental cerquen lo posible pornográfico -al menos sus variantes más exitosas- a lo existente y a lo verosímil, el registro de sus manifestaciones tiende a infinito. Sublime sin estupor, el horizonte sobre el que se cierne se mide en pulgadas.

Ni maelström de lo nuevo, ni estroboscopio de la vida cotidiana, de la pornografía se tiene una experiencia semejante al tedioso pase de diapositivas en el que se ha convertido el recuerdo de las estériles veladas transcurridas en compañía de los llamados amigos: los primeros planos han substituido estadísticamente, y por razones evidentes, esas panorámicas de mesa de bar, pero el esquematismo es el mismo que encontramos hilvanando las imágenes estáticas de los pechos enfundados e inalcanzables de las amigas, las revelaciones obsesionantes del placer que subyace en una risa falsa, o los intercambios de miradas adormecidas por la fricción de la precariedad. Puro paradigma Hardcore de la pérdida del cuerpo en la montaña de miembros mutilados en relación copulativa. Curiosa ósmosis de la experiencia del sexo impreso y de la socialidad-inter-pares en la que no se sabe qué fue el inicio del empalme y qué lo secundariamente empalmado en el ciclo de transferencia de los modelos de experimentación de lo real.

No obstante, si el pase de imágenes ha tomado la experiencia entregada en socialidad y los personajes pornográficos intercambian su papel con el de los amigos cada noche ante el ordenador ¿qué impide que en la hora sin sueños surja de la pantalla la mano luminosa de la amada?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo con lo que casi se dice en el texto,
que pornografia en internet y algunas veladas con amigos comparten su transitar en un bucle de webs


amm

sublibrarian of the year dijo...

La pornografía sólo es el arco del caleidoscopio.

Scopio, scopio.