martes, marzo 20, 2007

Decoder

Sí, soy más bien del tipo neurótico y, como tal, amo el código que en mi se encarna. Escupo, desprecio, azoto, lincho y relincho y me revuelvo en las pasiones tristes; soy un aprendiz de individuo triplemente maledicente. Yo: cuerpo y mente capturados, sujetos, subjetivización personal del código, parásito de un cuerpo. Sí, al fin: ese soy yo, nadie que atienda por CsO habla por mi boca, contesta mi teléfono móvil o responde mi correo electrónico. Mi pensamiento no es sortilegio mágico, una palabra que desliga; mi pensamiento es información codificada: bits, unos y ceros: materia. La rigidez de mis opiniones es proverbial, un proverbio para un solo creyente, para un solo fiel y para un solo devoto: no creo en el Cuerpo sin Órganos. Y este descreimiento no es una bravata, es la imposibilidad de librarme, de liberarme, de desarticularme, de designificarme y de desubjetivizarme. Soy un súper ratón a la inversa, el grado 100 del código. No puedo dejar de vestirme de negro. Soy una tribu urbana de un sólo componente, mi multiplicidad es única, totalitaria. Tercero incluido, soy el cuerpo lleno de marcas de algo exterior, alienígena pero intraterrestre. En mí y de mí yo aúllo que soy un fascista que sintetiza Dios, líder y pueblo en una unicidad vigilante que gravita sobre mi cabeza llena de interferencias temporales estructuradas anualmente. Werewolf. ¿Qué por qué me distancio en la primera persona poética? Porque soy así: distancia, discriminante, criterio, intermedio, sentencia. Mi único vicio es la identidad.

Y, claro, todo esto no es más que otra ficción

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Bilioprecario.

Supongo que el 24 nos veremos en Pl. Catalunya!

Por una vivienda digna!!!

barbarroja dijo...

a pesar de todo
estaremos allí, hasta los que leemos a sublibrarian en biblioprecario o era al revés.

esa unicidad totalizante y orgánica me suena, yo la he visto en algún sitio, pero no sé si era delante de mi. Yo sí, siempre llevo algo de negro pero no, no he conseguido matenerme vestido siempre de negro, y no es sólo culpa de la "tienda gratis", que también.

sin embargo, lo mejor del código está en piratearlo. el otro día estuve en el lugar de mi último accidente y no lo reconocía, no lo recordaba así, la moto todavía estaba allí toda chafada y luego el mecanico de pijos donde me hicieron llevarla no quiso ni ponerle la mano encima... sin embargo la hostia que me di si me la puso a mí. me dijo algo así como ¡detente! y vaya si me detuve. así que dejé pasar algo, no sé que que siguió su camino, y yo detenido... con un martillo en la mano tal como nací aproveché para golpear la costra-de-código que a veces se nos endurece como un caparazón sobre la vida.
no sé es como si al detenerme me hubiera podido encontrar cabeza abajo y después me he encontrado con alguien... y la exaltación de la existencia ese opuesto de la inercia me ha puesto de nuevo las armas en la mano... ¿recordáis el poema del final de la película de Dreyer, Gertrud, cuando dice algo como:

...crees que soy joven?
No. Pero he amdo

eh, tú. crees que soy bella?
No. Pero he amado

... crees que estoy viva?
No. Pero he amado.

Pues eso. Tanto tiempo acelerado había caído en una especie de ultranarcisismo donde amar entrañaba una dificultad insuperable. A pesar de todo lo hacía lo mejor posible. Pero si ahora o mañana muriera, ya podría decir on Gertrud: No. Pero he amado.

el amor no resuelve la vida, pero la exaltada sobre límites de código endurecidos, y además, como el chiste permite con la mayor ligereza subvertir el orden del código de un plumazo. Claro que como decía marx a strner después todavía queda el trabajo de la institución. Por eso mañana iremos a la manifestación.

Y esta noche estaremos en la Universidad Pirata explicando cómo es que En esta ciudad hay piratas

besos

sublibrarian of the year dijo...

Eeeh... "A pesar" no tío, tampoco "justamente por eso", pero "a pesar"... tampoco.

Y ya que hablamos de cine mi deseo más íntimo (y por tanto más codificado y vergonzante)es ser el catedrático de estética de la Pompeu Fabra también conocido como Rafael Argullol, que lleva abrigos negros de alpaca, luce romántica melena gris, inaugura corbaterías y se parece a David Lynch, un fetiche compartido y pop que tampoco puedo evitar, que a su vez se parece a James Stewart, que protagonizó Vértigo, que es una de mis pelis favoritas porque acaba mal, mal, re-mal, y eso que es de los (años) cincuenta, lo cual me encanta... brrrr.

Por otra parte a Max Stirner sólo lo entiende (entendía) Max Stirner. Formaba parte de su filosofía cortada a medida el hecho comprobado de que sólo encajara en su cerebro. Así que no trates de confundirme con Max Stirner, hombre ya!


No quisiera sonar sentencioso contestando en este vestíbulo, así que lo dejaré casi aquí.

Me ha gustado mucho el comentario.