sábado, abril 03, 2010

Me gusta que mi boca se cubra de pimienta


En mi sueño la última hora de la jornada nos había congregado en un despacho remoto, aislado del trámite entre cajas, clips y teclados carentes de función, y como cada viernes, compartíamos en grupo el malestar por las decisiones del director.

Los argumentos, indistinguibles en su fondo, se acumulaban en cada una de las intervenciones, extendiéndose en menor o mayor medida a la luz de los gestos de dolor, paralingüística del estrés que acudía como una oración a nuestros rostros de penitentes.

Consentíamos las constantes disgresiones, las minuciosas cotas que habían sido abiertas en aquellas vidas regidas por el postit, y éramos benevolentes con los incisos de los veteranos, lamentos acerca de la caída de los valores de la nueva generación, de los valores todos al fin y al cabo, y lo hacíamos con mucha seriedad, simulando interés incluso, debido a la utilidad topológica de todo el asunto, como si aquella archivística semanal de afrentas mezcladas con recuerdos de comisiones de servicio y de lo fungible cotidiano nos abriera de alguna forma, precaria, pasillos y glorietas por entre una jungla de estupidez que ya duraba décadas.

Pero aquél mediodía, en algún punto sobre la oleada de síntomas, percibí cierta cualidad nueva flotando en el sopor. Un instante antes de que abriera los ojos la voz que me despertó dijo: me gusta que mi boca se cubra de pimienta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

desde luego que muy acertatado la similitud de las reuniones en el trabajo: las informales y las formales.
Es espera en la pelu: un rizo, una rasta, un flequillo... hasta que alguien pone en cirulación la palabra "criterios" y nos devuelve al punto liso que asegura un reeinicio para el bucle de reuniones y desganados encuentros espontàneos.

los viernes no acepto conversaciones y la ultima hora la paso saltando de alegría.

amm

sublibrarian of the year dijo...

Amm, yo debería hacer lo mismo: por las tardes la biblioteca se convierte en un conciliábulo de úlceras que me dejan la cena con sabor a cenicero. Cof, cof, cof argfgh