miércoles, junio 11, 2008

Dunkelheit

Más al norte los vampiros habitan un viejo rompehielos atrapado entre la deriva ártica y la banquisse. Muy adentro, en las sentinas del pecio, palidecen y se enroscan como larvas bajo la flecha de septentrión, y sumidos en el hambre y el estupor de la no-vida esperan una saciedad que no llega.

Bajo cubierta los minutos de frío y herrumbre parecen durar años de un tiempo bajo el que la condenación se prolonga refutando toda cláusula y toda medida. Una alquimia de la inmortalidad que ha terminado por desposar al Nosferatu con su naturaleza, un callejón al que se asoman como muta de seres regresados a la alimaña.


Glóbulos negros en lugar de ojos, arcanos de la mala fortuna dibujados sobre cieno de hoguera
; perfiles de pesadilla venidos de un país donde la mano era la garra y la palabra la dentellada; frentes bajas, sin inquilino ni firmeza, súbditas de un huracán de crueldades carente de pensamiento; bocas hondas ¡pozas! oscurísimos hoyos desbordados por dentaduras de escualo.

Y sangre, mucha sangre, último despojo de antiquísimas víctimas, coagulada y parda tachonando labios y mejillas, cubriendo cuellos y pechos, a la vez escarapela de una dolencia milenaria y galardón de la raza imperecedera.

8 comentarios:

Estrellita Mutante dijo...

Estos vampiros parecen más tiburones que otra cosa...

Mundo Espejo dijo...

A punto de iniciar el ataque sobre la ciudad sitiada por la noche del invierno ártico, el jefe de los vampiros dice a los suyos: no dejéis que escape nadie, no dejéis ninguna evidencia de lo que ha pasado aquí. Nos ha llevado siglos conseguir que no crean en nosotros, que piensen que sólo somos una leyenda. Que no crean en nuestra existencia es lo que nos proteje.

Anónimo dijo...

El aliento de la Aurora Boreal destila maldad sobre el hielo. El espectro que es hoy añora al hombre que fue ayer, allí, en el recinto de los escualos. La huella de los lobos queda impresa dejando rastros sobre la nieve; olfatean el despertar de la comunidad de los no-muertos y huyen. Saben que no habrá piedad para ellos. Las marmitas hierven en las chozas y los pequeños juegan junto al fuego. En el bosque brillan ojos hambrientos que acechan cualquier movimiento. La noche cae. El calor se evapora en los cristales húmedos. Las miradas se empotran tras la ventana; no son sombras en la penumbra. Un aleteo de dientes afilados avanza, avanza hasta traspasar la puerta. La sangre forma cascadas en las gargantas. Es tiempo de caza. Las tinieblas, una vez más desgarran la tierra helada. Cuidado sublibrarian, manten alerta tu arma, ellos acechan tras las páginas níveas del libro que en la noche miras; no, no son pesadillas, es que de nuevo los espectros avanzan, avanzan buscando resquicios en tu puerta.

sublibrarian of the year dijo...

estrellita: sí, sí, qué pinta de bichejos de las profundidades.

mundo espejo: las frases del vampiro líder no tenían desperdicio, le propongo la recopilación de las sentencias más agudas. Ahí va mi favorita: "Quien se enfrenta a un poder al que no puede destruir se destruye a sí mismo"

anónimo: vaya, parece que esté usted describiendo el lugar en el que digo que trabajo. Muy bonito lo de "las cascadas en las gargantas".

Anónimo dijo...

Bur-zum, Bur-zum, o-eh, o-eh...

sublibrarian of the year dijo...

Y a mí que cuando escucho a Burzum me dan ganas de decapitar al gato con una podadera...

Don Julito dijo...

Qué penícula es esta?

sublibrarian of the year dijo...

30 días de oscuridad, don.