domingo, abril 29, 2007

Save Our Souls

¿Qué es lo que, después de todo -el nerviosismo, los apretones, la carrera a paso ligero y el, finalmente, no llegar a tiempo- se le puede decir al interventor que te acaba de acorralar en el andén reclamando tu billete de vuelta?

Le podrías decir algo como "Le ruego disculpe la molestia", por ejemplo, y largarte dejándolo clavado en su miseria y su uniforme de rastrero a sueldo.

Sí, qué bonito ejemplo de"l'esprit de l'escalier”.

Pero ¿y si resulta que es uno de esos días... uno de esos en que te levantas con un nubarrón de rabia sudcoreana entre parietal y frontal? ¿Entonces qué?...Te lo diré, en uno de esos que tú y yo sabemos quizás también le soltarías tu bonita frase, sí, pero no antes de haber rociado con gasolina al trozo de carne y haberlo arrojado a las vías en llamas y de un patadón lleno de vindicadora justicia.

¡¿Eh?! ¡¿Quién ha dicho eso?! ¡¿Quién está ahí?!

Puedes llamarme hijo de Sam"

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