miércoles, diciembre 27, 2006

Pop 1280

"Yo había estado en aquella casa cientos de veces, cientos de veces en aquella casa y en otras cien como esa. Pero aquélla fue la primera vez que vi lo que eran todas en realidad. Ni hogares, ni habitaciones humanas. Sólo paredes de pino que encerraban vacío. Sin cuadros, sin libros, sin nada que pudiera mirarse o sobre lo que reflexionar. Sólo el vacío que me estaba calando en aquel lugar.

De pronto dejó de existir en aquel punto concreto y se aposentó en todas partes, en todos los lugares como aquél. Y, súbitamente, el vacío se llenó de sonidos y volúmenes, de todos los sucesos implacables que los individuos habían conjurado en el vacío. Niñas indefensas que gritaban cuando sus propios padres se metían en la cama con ellas. Hombres que maltrataban a sus mujeres, mujeres que suplicaban piedad. Niños que se meaban en la cama de miedo y angustia, y madres que les castigaban dándoles de comer pimienta roja. Caras ojerosas, pálidas a causa de los parásitos intestinales, manchadas por el escorbuto. El hambre, la insatisfacción continua, las deudas que traen siempre los plazos. El "cómo comeremos", el "cómo dormiremos", el "cómo nos taparemos el roñoso culo". El tipo de ideas que persiguen y acosan cuando no se tiene más que eso y cuando se está mucho mejor muerto. Porque es el vacío el que piensa, y uno se encuentra ya muerto, y lo único que se hace es propagar el hedor y el hastío, las lágrimas, los gemidos, la tortura, el hambre, la vergüenza de la propia mortalidad. El propio vacío."

Jim Thompson. 1.280 almas

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nací en Nueva York, hace treinta años, de padres pobres pero honrados y desde que puedo recordar he trabajado tratando de convertirme en alguien. Pero desde que puedo recordar, siempre que había alguien que trataba de ponerme las cosas difíciles. Como aquella vez que trabajaba de repartidor en una tienda y, demonios, en ningún caso habría robado ni un céntimo a nadie:sólo tenía ocho años y todavía no andaba lo bastante espabilado por la vida. Conque aquella vieja encargada me acusó de que me había quedado con la pasta de un encargo. Bueno, pues la vieja les dijo a mis padres que yo era un ladrón. Era una cosa que casi no se puede imaginar, pero los padres
de uno creen más en la palabra de un extraño que en la tuya. Me dieron una tunda de aquí te espero.

sublibrarian of the year dijo...

Mingus estaría orgulloso Bro'

DOSE