domingo, enero 13, 2008

Mandorla

biblioprecario

La música parece ascender unívoca y semejante, como la marea, de esa forma extraña en la que la música se trasciende a sí misma y parece sobrevolar la escala del ser, tornándose afilada a la vez que profunda y vagamente metálica, como si un discriminador de sonido ambiente se hubiera aplicado a todo el vagón para transportarme al centro de una nada bien equilibrada.

Y alcanzo a percibir también, más allá del espacio liminar de mi ensoñación, cotidiana que algo en la atmósfera del instante efectivamente ha cambiado, un elemento indiscernible que tiene que ver con el sonido... y con algo más.

Entreabro los ojos y reaparezco en la escena plana del vagón de metro envuelto por sus réplicas oscuras, reflejos casi abstractos que parecen habitar más allá del cristal, en un escenario definido por el álgebra del túnel y la velocidad. Las caras del trayecto, esquemas anatómicos compatibles con el cansancio y el trámite, no parpadean, no bizquean, no bostezan, permanecen rígidas en ángulos dolorosos presas de un estupor que se diría casi fotográfico.

Frente a mí un hombre de mediana edad ha fijado su atención en algún punto situado a mi derecha; sus ojos entornados son los ojos del que prepara su mente para una jornada de centrifugado comunicativo... o para la apoplejía.

Y entonces lo oigo.

Una súbita rotura.

Una nuez cascada.

El estertor del nacimiento de una grieta y a continuación un traqueteo, la ristra de pequeños impactos que recuerda la apertura forzada de una cremallera sellada por la herrumbre.


En alguna parte algo salta y la estrechez se magnifica en una batería de crujidos espaciados, vacilantes al principio, pero cada vez más rápidos en su sucesión. Este chirrido horrible viene del hombre que está sentado frente a mí.

Veo como la línea de su cabello se retira a la manera de la visera de un casco integral, dejando al descubierto un foso alojado entre escombros. El restallido parece alcanzar su paroxismo; un perno cede. Lo quebrado boquea.

Entre la ruina del cráneo, y entre las guedejas de cabello que la enmarcan, van asomando con cautela cinco cilindros flexibles unidos a una superficie pentagonal de la que no alcanzo a vislumbrar extremo o vínculo orgánico alguno. Los filamentos, lisos y de idénticas dimensiones, palpan los extremos de su reino, se desbordan con lentitud por la frente, dejan atrás la nariz y alcanzan los labios. Allí se detienen. Con suavidad, casi con ternura, tensan ambas comisuras hacia los pómulos, y yo me quedo allí sentado contemplando cómo el despojo de un rostro me entrega su nueva sonrisa.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Bravísimo!Terrorífico, ahora entiendo que cuando viajo en metro y más atestado está más sola me encuentro. Ellos, están ahí...

Anónimo dijo...

Vaya! que fantastica mandorla que te habeis montado!
(la mandorla puede ser sanadora pero cuidado que provoca migrañas)

Anónimo dijo...

hola

¿Ha dado explicaciones sobre la música que estaba escuchando cuando se ha roto la mandorla?
Lo que esta bien es la sonrisa. Creo que viene a decir: "aunque lleve este aura acústica también soy mortal y mis cosas vulnerables"
Es un problema del ciborg. Ya es tecnoevolución y tan en continuidad con el cuerpo que este le contagia sus caducidades. Y sin embargo lo roto se puede abandonar con una sonrisa: se ha roto algo de mi pero es intercambiable como todos mis atributos. Y se lo ha llevado de la misma manera que si se hubiera cortado un dedo no lo dejaría abandonado: "Ya no sirve" también se ha llevado el trasto consigo.

amm

el loco oficial dijo...

muy cyberpunk! me ha gustado mucho. felicitaciones. La foto también me entusiasma. Un saludo.

sublibrarian of the year dijo...

anónima: muchas gracias, se nota que es usted sangre de mi sangre o, más bien, que yo lo soy de la suya. Y ellos están ahí, usted lo ha dicho. O puede que no...

al: danke tovarich! Y si rai no hubiera estado en casa de ustedes ese día no sé qué hubiera hecho con mi cabeza . Taladros con muchas erres encima del ojo derecho. Taladros. Dele un besazo parte.

amm: no las había dado, pero ahí van: música de la angustia y la función. Qué bonita anotación sobre el cyborg. Conocí a un modelo Tiger que después de la primera intensificación mandó sus brazos desechados al taxidermista y ahora rodean su cintura blindada como un cinturón. Los tatuajes mimetizados le dan un aire decididamente selvático a esa región de servomotores y titanio. No tuvo ánimo para dejarlos en el incinerador del hospital.

el loco oficial: muchísimas gracias por su comentario, loco! Todo toma un cariz cibernético últimamente ¿no cree?. ¡¡Saludos!!

eduardo dijo...

centrifugas y centellas!!!

Werewolfie dijo...

No me atrevía a dejar un comment por aquello de no demostrar -más todavía- mi supina ignorancia... pero, ¿quién dijo miedo, habiendo hospitales? Así que... bueno, para empezar, no sé qué carajo es una mandorla, así que me voy al google a enjugar mis penas. El texto no lo entiendo un pimiento, pero mola, por eso. Por lo menos le dejo un besito, para que no se moleste conmigo. :-X

Werewolfie dijo...

>>>Aureola de forma ovalada que enmarca la imagen de Cristo o de la Virgen en la pintura y escultura románicas.
Italianismo que significa almendra, representada por un óvalo o marco almendrado que circunda o rodea al Cristo mayestático, especialmente en el arte románico.

Ssss-tupendo. Ahora lo entiendo menos todavía. Gracias, google. Lamadrequetetrajo.

sublibrarian of the year dijo...

eduardo: ¡ya te daré yo retruécanos y repámpanos, majete!

la perse: ¡atrévase, atrévase! Que si usted no lo entiende yo menos. Sobre la dichosa almendra: por este feudo mafioso-acomplejado de Cataluuunnnnnnyya lo del románico es el no va más: total, cuatro cuevas con planta de cruz y unos monigotes pintaos. La mandorla es como una burbuja que envuelve al mono mayor, y se supone implica separación mística y tal: pfff... monigotes polícromos y vale. Me ha salido como reminiscencia de la hª del arte de bup y visitas a iglesias with progenitores ¡coño de manía tienen los padres ateos de admirar iglesias primitivas! Dejo para otra ocasión hablar del "modernismo" :-X

Anónimo dijo...

no se reprima, no se reprima...

toda la pintura románica es una ultrabirria.
Panfletos de la zafiedad amenazadora. Es como si los debates de Antena 3 los ilustraran con rotuladores carioca.
Esa pintura no ilustra el evangelio, lo que hace es desilustrar de cualquier otra cosa. Hay muchas chicas que la primera vez que usan el rimmel les sale un pantocrator.

amm

sublibrarian of the year dijo...

¡¡JUAS, JUAS, JUAS, JUAS, JUAS, JUAS!!