viernes, mayo 19, 2006

50.000 machacantes


Me estoy acabando el nuevo de Palahniuk. Laaaargas horas nocturnas. Creo que hay algunas de las cosas más desagradables que he leído desde American Psycho. El relato Tripas es especialmente asqueroso, de hecho, en las lecturas promocionales que Palahniuk ha dado por EEUU se han desmayado decenas de personas. Bueno, algunas historias son buenas depués de todo. La que me gusta más la resumo aquí:

Flint y Webber son dos marines licenciados de la segunda guerra del golfo. Son patriotas, infantes de marina y por tanto hombres de acero forjado en Parris Island y templado en Falluja: "Antes muerte que deshonor", "Semper Fidelis" y cruces de ancla y fusil tatuadas en los biceps. Pero en el mundo exterior no hay muchas ofertas de empleo para expertos en adquisición de objetivos de artillería y especialistas en municionamiento. Y resulta que necesitan la pasta. La guita. Necesitan cash hasta los 50.000 U.S Dollars para poner en marcha un proyecto que, con suerte, les solucionará la vida para siempre.

En un bar de mala muerte descubren que casi cualquier hombre pagaría 50 doláres por pegar a una mujer que cante la pieza de cierre de Titanic. Pero la novia de Webber se niega a encajar otro puñetazo en la cara (el primero fue suficiente para ella) así que Flint se mete en el lavabo, se arremanga los vaqueros, se pintarrajea la cara y se encasqueta una peluca de halloween. En fin, que se sube a una mesa tratando de parecer una saludable moza irlandesa y empieza con los gorgoritos. El público se indigna, le abuchean; nadie pagaría 50 dólares por pegar a un travestí tan grotesco y patético. Acaban regateando y acuerdan 10 dólares por puñetazo. Esa noche ganan sus primeros 500. Ante semejante éxito, Webber decide también hacer de punching travestido para contribuir a la empresa. Desde ese momento hasta alcanzar los 50.000 dólares pasearán su espectáculo-de-variedades-atracción-de-feria por rodeos, convenciones de fertilizantes, salidas de cines x, billares, patios traseros de comisarías, parkings nocturnos, convenciones de aficionados a los rifles...

Después de encajar 3.000 puñetazos con la cara, cada uno de sus rostros parece un embrollo de bistecs suturados entre si, tienen desprendimiento de retina doble y parkinson, su umbral de audición se ha reducido un 80 por ciento y apenas pueden hablar porque no les quedan dientes ni lenguas dignas de ese nombre, y sus labios parecen esculturas fractales. Nariz para ellos es simplemente una palabra. Pero tienen los 50 grandes.

El precio del alquiler de un avión reactor jet Gulfstream capaz de alcanzar mach 0.9 y con 6.750 millas naúticas de autonomia. 50 millas más que la distancia que separa LA y Arabia Saudita. 50 millas de combustible más que las necesarias para llegar a Jedda. 50 millas de combustible de reactor sobrante e intacto en los depósitos para cuando sobrevuelen La Meca. 50 millas naúticas de explosivo que bastarán y sobrarán para vaporizar la Ka'Ba.

Parece una sátira del Club de la Lucha, una venganza en forma de revisión post 11s que incorpora el final apocalíptico de la película (en el libro el protagonista no vuela nada y acaba en un manicomio) volcando la conclusión en una terrorismo simétrico. Los héroes, eso sí, alcanzan el fin del mundo, el otro lado de la realidad, completamente demolidos.

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